26a Semana Ordinario Santa Teresita del N. Jesús (1897)
Neh 2,1-8: «Déjeme ir para reconstruir la Ciudad»
Sal 137: «Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti»
Lc 9, 57-62: «Te seguiré a donde vayas»
Mientras iban de camino, uno le dijo: Te seguiré a donde vayas. Jesús le contestó: Los zorros tienen madrigueras, las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. A otro le dijo: Sígueme. Le contestó: Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre. Le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el reino de Dios. Otro le dijo: Te seguiré, Señor, pero primero déjame despedirme de mi familia. Jesús le dijo: El que ha puesto la mano en el arado y mira atrás no es apto para el reino de Dios.
Comentario
A lo largo de la ruta a Jerusalén, Jesús va a ir mostrando lo que significa ser discípulo suyo. El cuadro de hoy agrupa tres instantáneas de posibles discípulos que no sabemos si cuajaron o no. Al parecer, seguir al Hijo del Hombre atrae a más de uno, pero no siempre han caído en la cuenta de lo que implica. Hoy vemos que Jesús advierte que él no tiene plan B, porque consagrarse a implantar el Reino de Dios requiere de una entrega genuina y total. También anticipa que requiere, incluso, que los deberes familiares más sagrados pasen a segundo término ante el apremio del Reino. Finalmente, el discipulado del Reino exige una resolución inconmovible, anclada en el porvenir y no en el pasado. Tal vez hemos perdido el apremio del Reino de Dios, enfocados más en forjar unas formas que nos aseguren la vida en la Iglesia. Por eso el llamado a la reforma continúa, animados por el Evangelio del Hijo del Hombre. ¿En qué se nota que somos seguidores de Jesús?.
“Jesús no parte de prejuicios ni etiquetas, sino de una auténtica relación en la que se implica por entero, exponiéndose, incluso, a la incomprensión y al rechazo” (Sínodo de la Sinodalidad, I Sesión, octubre 2023).