Primer Lectura: 1Jn 4,7-16:
Si nos amamos, Dios permanece en nosotros
Salmo: 34:
«Gusten y vean qué bueno es el Señor»
Evangelio: Jn 11,19-27:
«Creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios»
17ª Semana Ordinario, Santos Marta, María y Lázaro (s. I)
20 Cuando Marta oyó que Jesús llegaba, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
21 Marta dijo a Jesús: Si hubieras estado aquí, Señor, mi hermano no habría muerto.
22 Pero yo sé que lo que pidas, Dios te lo concederá.
23 Le dice Jesús: Tu hermano resucitará.
24 Le dice Marta: Sé que resucitará en la resurrección del último día.
25 Jesús le contestó: Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá;
26 y quien vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Lo crees?
27 Le contestó: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.
La comunidad a la que se dirige el autor de la carta de Juan, estaba viviendo divisiones internas. Encontraban desafiante abrazar con madurez el seguimiento de Jesús y la vida cristiana en comunidad. Sin embargo, se les recuerda que el amor mutuo será la señal de que permanecen en Dios. El Espíritu no divide, cohesiona a la comunidad por el amor que viene de Dios. Es el motivo de alabanza del salmista que canta al Dios que lo salva y libera, con la intención de invitar a que otros tengan esta misma experiencia. Celebrando hoy la memoria de los hermanos de Betania, los amigos de Jesús, confirmamos el espacio familiar como el lugar por excelencia para vivir en el amor. Hablamos de ese amor que es más fuerte que la muerte y pervive en el tiempo. Los lazos del amor han de cuidarse para que no se rompan por el egoísmo. Jesús se solidariza y acompaña en el dolor, consolando a quienes lo necesitan y ven nublada la esperanza.
“La muerte también nos indica que solamente el bien y el amor que sembramos mientras vivimos permanecerán” (Papa Francisco).