Primer Lectura: Éx 19,1-2.9-11.16-20b:
El Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo
Salmo: Interleccional Dn 3,52.53.54.55.56:
«A ti la gloria y la alabanza por siempre»
Evangelio: Mt 13,10-17:
«Dichosos sus ojos, porque ven esto»
16ª Semana Ordinario, Santa Cristina (300), San Charbel Majluf (1898)
Los relatos nos llaman a la autoevaluación de nuestra conciencia creyente. En la lectura del Éxodo, la presencia y acción liberadora de Dios la reconocemos en sus mediaciones y en su obra creadora. Se presenta la salida de la muerte y la llegada a la tierra prometida por intervención del Dios soberano. El cántico de los tres jóvenes se une para alabar a Dios eternamente al no morir, resguardándoles la vida. En el evangelio los discípulos no entienden la opción de Jesús al hablarles en parábolas. Les recuerda que para hacer presente el reino de la Vida es de vital importancia: oír y ver. Si no optamos por la vida que viene de Dios seremos como quienes están sordos y ciegos. Hacer prevalecer la vida en todas sus formas, es algo que todavía nos cuesta y, por lo tanto, hace incompleta nuestra predicación del Reino. Dios está constantemente visitándonos, pero nos cuesta alcanzar esa mirada contemplativa y ese fomento de la cultura del cuidado. Evaluemos nuestras prioridades y opciones vitales.
“Esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo” (LD 62).