21º Semana ordinaro
Santa María Reina
Rut 1,1.3-6.14b-16.22:
«Tu Dios será mi Dios»
Sal 146:
«Alabaré al Señor toda mi vida»
Mt 22,34-40:
«Amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo»
34 Al saber los fariseos que Jesús había tapado la boca a los saduceos, se reunieron alrededor de él;
35 y uno de ellos, doctor en la ley, le preguntó maliciosamente:
36 Maestro, ¿cuál es el precepto más importante en la ley?
37 Le respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente.
38 Éste es el precepto más importante;
39 pero el segundo es equivalente: Amarás al prójimo como a ti mismo.
40 De estos dos mandamientos dependen la ley entera y los profetas.
Amar a Dios con todas las fuerzas y al prójimo como a uno mismo. Preceptos colocados a un mismo nivel. Un mensaje esencial de Jesús poco asumido por el creyente de todo tiempo. Más que explicaciones requiere del testimonio de personas capaces de arriesgar su vida. Como es el caso de Rut, la moabita, abuela del rey David y antepasado de Jesús. Historias de mujeres a quienes visita la tragedia humana y son capaces de derribar los muros culturales y religiosos que las separan. Junto a Noemí, su suegra, se acompañan en el camino hacia una tierra que les devuelva la esperanza. La tristeza compartida inspira en Rut un canto a la sororidad más noble y arriesgada que encontramos en las páginas de la historia de Israel: Estaremos juntas, viviremos juntas, es nuestro pueblo, es nuestro Dios, moriremos juntas y nos enterrarán juntas. ¿Qué más prueba de amor a Dios, al prójimo y a uno mismo que esta? Historias de mujeres comprometidas continúan motivando el cambio personal y social en nuestras comunidades.
“La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares” (EG 103).