33º DOMINGO ORDINARIO
Santa Margarita de Escocia (1093)
Malaquías 3,19-20: Los iluminará un sol de justicia
Salmo 98: «El Señor llega para regir la tierra con justicia»
2 Tesalonicenses 3,7-12: Quien no trabaja, que no coma
Lucas 21,5-19: Con su perseverancia salvarán ustedes sus vidas
A unos que elogiaban las hermosas piedras del templo y la belleza de su ornamentación Jesús les dijo:
6 Llegará un día en que todo lo que ustedes contemplan será derribado sin dejar piedra sobre piedra.
7 Le preguntaron: Maestro, ¿cuándo sucederá eso y cuál es la señal de que está para suceder?
8 Respondió: ¡Cuidado, no se dejen engañar! Porque muchos se presentarán en mi nombre diciendo: Yo soy; ha llegado la hora. No vayan tras ellos.
9 Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se asusten. Primero ha de suceder todo eso; pero el fin no llega enseguida.
10 Entonces les dijo: Se alzará pueblo contra pueblo, reino contra reino;
11 habrá grandes terremotos, en diversas regiones habrá hambres y pestes, y en el cielo señales grandes y terribles.
12 Pero antes de todo eso los detendrán, los perseguirán, los llevarán a las sinagogas y las cárceles, los conducirán ante reyes y magistrados a causa de mi nombre,
13 y así tendrán la oportunidad de dar testimonio de mí.
14 Háganse el propósito de no preparar su defensa;
15 yo les daré una elocuencia y una prudencia que ningún adversario podrá resistir ni refutar.
16 Hasta sus padres y hermanos, parientes y amigos los entregarán y algunos de ustedes serán ajusticiados;
17 y todos los odiarán a causa de mi nombre.
18 Sin embargo no se perderá ni un pelo de su cabeza.
19 Gracias a la constancia salvarán sus vidas.
Comentario
Nos acercamos al cierre del año litúrgico. Recordemos que los textos bíblicos con cierto interés pedagógico y también espiritual, quieren confrontarnos respecto del final. El final de un año más y el final de nuestras vidas. El propósito genuino del género apocalíptico no es presentarnos escenarios catastróficos, sino fomentar la esperanza en el cumplimiento de las promesas de Dios. El mayor interés del Dios bíblico es presenciar los procesos de reconciliación y salvación de su obra creadora.
El profeta Malaquías en la primera lectura habla de un final, en el que se hará justicia a las víctimas que brillarán como el sol en medio de las tragedias humanas. Hoy la Iglesia latinoamericana recuerda a los mártires de la UCA, en El Salvador, que ofrendaron su vida en la gestación de pensamiento crítico y en la contribución de los procesos de liberación del pueblo. Su memoria y legado nos recuerdan la noble causa por la que ofrendaron sus vidas. Al mismo tiempo se evidencia la maldad que puede llegar a cosechar el corazón humano, pero que veremos arder como paja.
No se puede esperar nada bueno de una vida acostumbrada a recibirlo todo y no dar nada a cambio. Una vida activa, esforzada, dedicada adquiere, no sólo sabiduría y larga vida, sino plenitud y felicidad. Creer que todo nos cae del cielo o que todo es voluntad de Dios y por eso no participamos de la transformación de este mundo, es una disposición religiosa irreverente e irresponsable. La espera confiada en el actuar de Dios no anula el compromiso cristiano, sino más bien, lo potencia, para que cuando lleguemos al final de nuestra vida nos hagamos acompañar de los frutos de nuestra entrega. Si nuestra fe es auténtica, nos impulsará a vivir procesos de transformación personales y comunitarios. Además, posibilita que con nuestro trabajo contribuyamos al establecimiento de relaciones humanas justas y equitativas.
Lucas corrige y catequiza a la comunidad para que no pierda la paz y no se alarme por la voz de falsos profetas. Ahora quien siga el camino de la justicia y del amor incondicional, sepa que le esperan persecuciones; sin embargo, no estará sólo y será su perseverancia la que le salvará de la deshumanización. Las comunidades creyentes no podemos desesperarnos frente al final individual o colectivo, porque si hemos entregado el corazón, no dudemos de sus frutos y la permanencia de esos actos de bondad. Trabajemos por una vida destinada a mejorar las condiciones de vida futuras, hagamos presente el Reino de Dios y su Justicia.
“El trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo” (FT 162).
