Primer Lectura: Lev 23,1.4-11.15-16.27.34b-37:
Se reunirán en asamblea
Salmo: 81:
¡Clamen a Dios, nuestra fuerza!
Evangelio: Mt 13,54-58:
¿No es el hijo del carpintero?
17ª Semana Ordinario, San Alfonso María de Ligorio (1787)
El Levítico hace mención de las fiestas que celebra Israel en memoria del Dios liberador: el sábado, la pascua, la fiesta de las tiendas. Todas en acción de gracias por las bendiciones recibidas. Rescatamos la mención al descanso y a la memoria. No se puede uno volver esclavo, olvidándose de lo que Dios ha hecho para liberarnos. No hay que olvidar el precario y difícil paso por el desierto. Pero todo sacrificio vale la pena con tal de vivir en libertad y dignidad. Celebrar esa acción histórica de Dios es importante. Con el salmista cantamos a ese Dios que da la fuerza y acompaña providentemente a quien busca salir de territorios de esclavitud. A Jesús le toca enfrentar la incomprensión e infravaloración de sus paisanos. A muchos nos cuesta creer en nuestra propia gente y sus posibilidades. La propia tierra, sin memoria y amor propio, no comprende ni reconoce la presencia de Dios que le habita. Es necesario volver al significado original de nuestro encuentro con Dios.
“La familia es el lugar donde los padres se convierten en los primeros maestros de la fe para sus hijos. Es una tarea artesanal” (AL 16).