Primera lectura: 1Jn 4,19–5,4:
Quien ama a Dios, ame también a su hermano
Salmo: 72:
«Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra»
Evangelio: Lc 4,14-22:
Hoy se cumple esta Escritura
Después de Epifanía Santos Julián y Basilisa (303)
15 Enseñaba en sus sinagogas, y era respetado por todos.
16 Fue a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró un sábado en la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura.
17 Le entregaron el libro del profeta Isaías. Lo abrió y encontró el texto que dice:
18 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos,
19 para proclamar el año de gracia del Señor.
20 Lo cerró, se lo entregó al ayudante y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.
21 Él empezó diciéndoles: Hoy, en presencia de ustedes, se ha cumplido este pasaje de la Escritura.
22 Todos lo aprobaban, y estaban admirados por aquellas palabras de gracia que salían de su boca.
Jesús lleno del Espíritu regresa a su tierra natal y proclama en la sinagoga de Nazaret las palabras del profeta Isaías que anuncian su misión. Dar buenas noticias a los empobrecidos para Jesús no se trata de darles cosas, sino de que sean capaces de reconocer su valor y posibilidades; la libertad a los cautivos y oprimidos, porque siguen siendo muchas cosas las que nos esclavizan e imposibilitan la vida digna; dar vista a los ciegos, particularmente a quienes teniéndolo todo no son capaces de agradecer y compartir; y proclamar el año de gracia que sea capaz de sanar heridas, perdonar deudas, brindar oportunidades y empezar de nuevo. Este pasaje refleja el compromiso de Jesús con aquellas personas a quienes hoy se posponen o niegan esos derechos. Vivimos en contextos donde la corrupción va carcomiendo el tejido social, creando miseria y resentimiento. Es aquí donde necesitamos impulsar iniciativas para sanar y dignificar la vida. Ojalá que también nuestras palabras y acciones sean capaces de comunicar gracia y paz.
“Las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y las víctimas de la trata se han convertido en emblema de la exclusión” (Papa Francisco).