Primera lectura: 1Jn 4,11-18:
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
Salmo: 72:
«Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra»
Evangelio: Mc 6,45-52:
Lo vieron andar sobre el lago
Después de Epifanía San Severino (482)
46 Después de despedirse, subió al monte a orar.
47 Anochecía y la barca estaba en medio del lago y él solo en la costa.
48 Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, hacia la madrugada se acercó a ellos caminando sobre el agua, intentando adelantarlos.
49 Al verlo caminar sobre el lago, creyeron que era un fantasma y dieron un grito,
50 porque todos lo habían visto y estaban asustados. Pero él inmediatamente les habló y les dijo: ¡Tranquilícense! Soy yo, no teman.
51 Subió a la barca con ellos y el viento cesó. Ellos estaban absolutamente asombrados;
52 ya que no habían entendido lo de los panes, porque tenían la mente cerrada.
Después de suscitar la multiplicación del alimento para saciar el hambre de aquella multitud de más de cinco mil, Jesús impulsa a la comunidad discipular a embarcarse. Al despedirse de la gente y seguro como buena práctica o ejercicio espiritual, se retira un momento a solas para orar. Es así como Jesús manifiesta su comunión plena con Dios, la necesidad de su gracia y bendición. Podríamos identificar un antes y un después en esos espacios de intimidad y oración silente. La escena de Jesús caminando sobre el agua hacia la barca que navegaba en viento contrario simboliza la presencia de Dios en los momentos de dificultad. El miedo es paralizante y puedo incluso nublar el horizonte, por eso necesitamos aprender de Jesús que no se atenía a sus solas fuerzas, siempre confiaba en Dios que lo sostenía e impulsaba en todo momento. Solo cuando tengamos una mente abierta llegaremos a comprender lo grande que es tener a Dios en nuestros planes y proyectos. Acerquémonos con fe al Dios que calma toda tempestad.
“Lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera” (Papa Francisco).