Primera lectura: Dt 30,15-20:
«Hoy te pongo delante bendición y maldición»
Salmo: 1:
«Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor»
Evangelio: Lc 9,22-25:
«El que pierda su vida por mi causa la salvará»
Jueves después del Miércoles de Ceniza Santa María de la Providencia, fundadora (1871)
23 Y a todos les decía: El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame.
24 El que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí la salvará.
25 ¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se malogra él?
La cultura actual fomenta el cultivo del Ego (egoísmo, egocentrismo, egolatría). Además de todos los ismos que lo fortalecen: el hedonismo, relativismo, consumismo, escepticismo, etc. Lo importante no es ponerme en el centro, sino pensar en los demás. Las grandes causas por las qué luchar no han de ser un archivo muerto, un documento de museo o un pasado olvidado. Por eso Jesús recuerda que solo dando la vida por los demás, especialmente por los más vulnerables, es como llegaremos a ser felices. Pensemos cuántas cosas efímeras nos hacen perder el sueño o la vida. Solo hay un absoluto: Dios. Un Dios de misericordia y perdón, de comunión y solidaridad, de justicia y paz. Dar la vida es salir de sí mismos, poniendo la causa de Jesús en primer plano. Optar por el proyecto del Reino de Dios nos asegura no sólo una vida feliz sino el futuro para las generaciones venideras. Cada persona puede creativamente encontrar modos de honrar la vida.
“Debemos aprender hoy a vivir juntos, en armonía y en paz” (Papa Francisco).
