Primera lectura: Heb 12,18-19.21-24:
Se acercaron al monte de Sión, ciudad del Dios vivo
Salmo: 48:
«Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu pueblo»
Evangelio: Mc 6,7-13:
Los envió de dos en dos
4a Semana Ordinario San Alfonso María Fusco (1910) San Pablo Miki y compañeros, mártires (1597)
8 Les encargó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja;
9 que calzaran sandalias pero que no llevaran dos túnicas.
10 Les decía: Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que se marchen.
11 Si en un lugar no los reciben ni los escuchan, salgan de allí y sacudan el polvo de los pies como protesta contra ellos.
12 Se fueron y predicaban que se arrepintieran;
13 expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
Jesús es generoso. La misión que él ha recibido y vive con profundidad, la comparte ahora con sus amigos y discípulos. Los quiere misioneros, como a nosotros, Iglesia en salida. Pero no de cualquier manera. Y por eso, les propone algunas condiciones: Que aprendan a caminar juntos. Que dispongan, ante todo, el corazón. Que confíen en la providencia de Dios y en la bondad de la gente. Que aprendan a compartir en la sencillez y siembren bondad. Que sepan abrazar toda realidad. Seguro que ese encargo incluye la vida de tantas personas vulneradas en su dignidad, obligadas a dejar su tierra en la búsqueda de un mejor futuro para ellos y sus familias. Que seamos esa mano amiga y ese lugar donde sus vidas llegan a ser acogidas y sostenidas. Solo desde los criterios del Reino, es posible un anuncio evangélico capaz de producir frutos de conversión por el testimonio y apertura a nuevas relaciones. Acojamos la invitación a recobrar la armonía con el prójimo y con todo lo creado.
“Es necesario "acoger la salvación de Cristo, su Evangelio de amor, para que se eliminen las desigualdades y discriminaciones del mundo presente” (Papa Francisco).