Primera lectura: Heb 7,1-3.15-17:
“Tú eres sacerdote eterno”
Salmo: 110:
“Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”
Evangelio: Mc 3,1-6:
¿Qué está permitido en sábado?
2ª Semana Ordinario San Vicente (304) Santa Laura Vicuña (1904)
2 Los fariseos lo vigilaban para ver si lo curaba en sábado, con intención de acusarlo.
3 Dijo Jesús al hombre de la mano atrofiada: Ponte en medio.
4 Y les preguntó a ellos: ¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer el bien o el mal? ¿Salvar la vida o dar muerte? Ellos callaban.
5 Entonces Jesús los miró indignado, aunque dolorido por la dureza de sus corazones y dijo al hombre: Extiende la mano. El hombre la extendió y la mano quedó curada.
6 Los fariseos salieron inmediatamente y deliberaron con los herodianos cómo acabar con él.
Continuamos con la insistencia de realizar las cosas por amor y no por mero cumplimiento. Encontramos en el relato de hoy la contraposición entre una ley humana que impide amar y una ley divina que impulsa al cuidado y defensa de la vida. Jesús invita al paralítico a ponerse en medio, no para exhibirlo sino para recordar que al centro de toda acción humana o práctica religiosa está la vida. Es necesario poner delante la vida para no vaciar de contenido la fe; una tradición por memorable que sea, si ha olvidado el respeto a la dignidad y el cuidado de la vida, ha de descontinuarse. Por otra parte, es también resignificar la interpretación de la ley, para que esta recobre su sentido más noble. Es entonces una llamada de atención a no volvernos autómatas, para no perder el sentido de nuestras acciones rutinarias. ¿Acaso tendremos hábitos que consideramos normales en nuestras familias y comunidades que necesiten poner delante la vida para recordarnos que hemos de cuidarla?
“La maldad y la fealdad de nuestro tiempo acrecienta «nuestro miedo a los “otros”, a los desconocidos, a los marginados, a los forasteros” (Papa Francisco).