19 de Enero del 2025

2º ORDINARIO  San Macario de Alejandría (408)

 

1 En aquel tiempo se celebraba una boda en Caná de Galilea; allí estaba la madre de Jesús.
2 También Jesús y sus discípulos estaban invitados a la boda.
3 Se acabó el vino, y la madre de Jesús le dice: No tienen vino.
4 Jesús le responde: ¿Qué quieres de mí, mujer? Aún no ha llegado mi hora.
5 La madre dice a los que servían: Hagan lo que él les diga.
6 Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, con una capacidad de setenta a cien litros cada una.
7 Jesús les dice: Llenen de agua las tinajas. Las llenaron hasta el borde.
8 Les dice: Ahora saquen un poco y llévenle al encargado del banquete para que lo pruebe. Se lo llevaron.
9 Cuando el encargado del banquete probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde procedía, aunque los servidores que habían sacado el agua lo sabían, se dirige al novio
10 y le dice: Todo el mundo sirve primero el mejor vino, y cuando los convidados están algo bebidos, saca el peor. Tú, en cambio has guardado hasta ahora el vino mejor.
11 En Caná de Galilea hizo Jesús esta primera señal, manifestó su gloria y creyeron en él los discípulos.

 

 

Comentario 

 

Para aprovechar el Evangelio de hoy, no es suficiente quedarnos con una intervención mágica por parte de Jesús. Comencemos recordando lo simbólica que será Galilea en la misión de Jesús. Esta ciudad no era importante para los judíos, de hecho, era una ciudad de periferia, vivía allí gente sencilla, muchos excluidos; y es precisamente aquí donde Jesús comienza a realizar los signos del Reino de Dios. Profundizar en Galilea es importante para nuestro camino cristiano, porque nos hace pensar que Dios continúa manifestándose en la sencillez y marginalidad de muchas comunidades y pueblos, que viven olvidados de los planes mundiales. La Buena Noticia está dirigida a todas las personas, invitándolas a abrazar una vida auténtica y menos complicada; a comenzar como él, desde abajo, creyendo que siempre hay en Dios alternativas para una vida compartida en amor.

La boda es otro símbolo importante en la historia de salvación. Los profetas del Antiguo Testamento frecuentemente relacionaron la experiencia de la alianza entre Dios y su pueblo con la figura del matrimonio. A pesar de las infidelidades y el desamor del Pueblo, Dios siempre ha estado dispuesto a renovar su amor y compromiso. Quedarse sin vino puede ser, en presencia de Jesús, la necesidad de algo nuevo.

En el relato evangélico se mencionan seis tinajas que Jesús pide llenen de agua para luego convertirse en vino. Son un elaborado teológico interesante que viene a recordarnos los seis días que Dios necesitó para completar la creación del mundo. La transformación del agua en vino manifiesta el poder compasivo de Dios sobre cada cosa creada. Meditemos como Dios con su amor sostiene toda la creación; su presencia providente sabe a vino bueno en un mundo sediento, necesitado de justicia y de paz. Es aquí donde es necesaria la renovación de nuestra alianza con Dios, para no sentirnos desamparados o abandonados.

María es quien nota que se han quedado sin vino. Será la presencia oportuna, la intercesora, la portadora de serenidad y esperanza. De ello dan testimonio las generaciones creyentes de nuestros pueblos que han experimentado en María la protección amorosa de una madre. Pero como fiel discípula, María, siempre nos conduce a Jesús: «hagan lo que él les diga». Nuestra vida ha de estar siempre orientada a Jesús, pues con él aprendemos a vivir plenamente nuestra vocación. En estos primeros días del año, pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a potenciar nuestros dones y talentos, no sólo para el bienestar personal, sino para mejorar en nuestro servicio a la comunidad.

“Lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera” (Papa Francisco).