17 de Enero del 2025

Primera lectura: Heb 4,1-5.11:   
Dios descansó el séptimo día
Salmo: 78:
«No olviden las acciones de Dios»
Evangelio: Mc 2,1-12: 
El Hijo del Hombre puede perdonar pecados

1ª Semana Ordinario San Antonio Abad (356) María Antonia París (1885)

 

1 Volvió Jesús a Cafarnaún y se corrió la voz de que estaba en casa.
2 Se reunieron tantos, que no quedaba espacio ni a la puerta. Y les exponía el mensaje.
3 Llegaron unos llevando un paralítico entre cuatro;
4 y, como no lograban acercárselo, por el gentío, levantaron el techo encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla en que yacía el paralítico.
5 Viendo Jesús su fe, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
6 Había allí sentados unos letrados que discurrían en su interior:
7 ¿Cómo puede éste hablar así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?
8 Jesús, adivinando lo que pensaban, les dijo: ¿Por qué están pensando eso?
9 ¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico que se le perdonan los pecados o decirle que cargue con la camilla y comience a caminar?
10 Pero para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, dijo al paralítico:
11 Yo te lo mando, levántate, carga con la camilla y vete a casa.
12 Se levantó de inmediato, cargó su camilla y salió delante de todos. De modo que todos se asombraron y glorificaban a Dios diciendo: Nunca vimos cosa semejante.


 
 
Comentario 

 

Una vez más nos encontramos con la radical novedad de Jesús que se implica profundamente con el sufrimiento humano y respalda toda acción comunitaria que vela por el cuidado integral de las personas. Frente a las interpretaciones religiosas de los judíos que relacionaban la enfermedad con el pecado y el castigo, Jesús establece un vínculo con el paralítico que va encaminado a derribar ese muro religioso. Al decirle: «hijo, tus pecados son perdonados» y luego incorporarlo a la comunidad, pretende liberarle de juicios y condenas innecesarias, devolviéndole la dignidad y la fuerza para no vivir de etiquetas religiosas o sociales. El Dios de Jesús quiere que nos reunamos para conducir a las personas al amor y no para alejarlas con nuestro comportamiento condenatorio. Muchas veces en nosotros pesan nuestros pecados, o subrayamos el pecado de los demás, y no podemos caminar porque nos juzgamos y juzgamos a los demás. Sólo siguiendo a Jesús sabremos comunicar el amor y la misericordia, capaz de sanar todas las parálisis que atenazan nuestra vida.

“Y la mayor caridad es la que se ejerce con quienes no pueden corresponder y tal vez ni siquiera dar gracias” (Papa Francisco).

El DIARIO BÍBLICO es un servicio desinteresado y no lucrativo que los Misioneros Claretianos de América hacen a la Nueva Evangelización, para las iglesias locales del Continente y de otras iglesias hispanoparlantes de más allá.

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