Primera lectura: Ez 18,21-28:
Dios desea que el malvado se convierta
Salmo: 130:
«Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?»
Evangelio: Mt 5,20-26:
«Vete primero a reconciliarte con tu hermano»
1ª Semana de Cuaresma Santa Matilde (968)
21 Han escuchado que se dijo a los antiguos: No matarás; el homicida responderá ante el tribunal.
22 Pues yo les digo que todo el que se enoje contra su hermano responderá ante el tribunal. Quien llame a su hermano imbécil responderá ante el Consejo. Quien lo llame renegado incurrirá en la pena del fuego.
23 Si mientras llevas tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene queja de ti,
24 deja la ofrenda delante del altar, anda primero a reconciliarte con tu hermano y después vuelve a llevar tu ofrenda.
25 Con el que te pone pleito busca rápidamente un acuerdo, mientras vas de camino con él. Si no, tu rival te entregará al juez, el juez al comisario y te meterán en la cárcel.
26 Te aseguro que no saldrás hasta haber pagado el último centavo.
Las relaciones interpersonales al interior de las comunidades y de la sociedad son cada vez más desafiantes. Parece que el corazón humano tan herido y vulnerable se indispone con facilidad, con reacciones no siempre son amables. Jesús no quiere que las comunidades creyentes vivan de la apariencia, sino que se conviertan en el espacio para reconstruir relaciones rotas por la división y la contienda. Vivimos un mundo tremendamente polarizado, dividido y enemistado por odios interminables. Es urgente crear espacios de reconciliación y de encuentro. Solo desde el cultivo de la igual dignidad y la complementariedad, se puede generar el diálogo sincero y la búsqueda de intereses comunes. Los esfuerzos de las comunidades creyentes han de encaminarse a la transformación de la cultura de la agresión y la violencia. Como dijo el Papa Pablo VI en su momento: “la paz es fruto de la justicia”. Nuestro aporte a la construcción de la paz ha de cuidar la reparación y la dignificación de la vida y sus relaciones.
“No satisfagas contra las atrocidades de los pecadores un apetito de venganza, sino más bien haz intención de curar las llagas de esos pecadores” (FT 265).