Primera lectura: Gén 3,1-8:
Serán como Dios en el conocimiento del bien y del mal
Salmo: 32:
Dichoso el que está absuelto de su culpa
Evangelio: Mc 7,31-37:
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
5a Semana Ordinario San Cirilo (869) San Metodio (885)
32 Le llevaron un hombre sordo y tartamudo y le suplicaban que impusiera las manos sobre él.
33 Lo tomó, lo apartó de la gente y, a solas, le metió los dedos en los oídos; después le tocó la lengua con saliva;
34 levantó la vista al cielo, suspiró y le dijo: Effatá, que significa Ábrete.
35 Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó el impedimento de la lengua y hablaba normalmente.
36 Les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más insistía, más lo pregonaban.
37 Llenos de asombro comentaban: Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
Jesús sigue en tierra extranjera manifestando que su Dios no conoce de fronteras. Continúa realizando signos liberadores en compañía de su comunidad discipular. Ahora se trata de la curación de un sordo. Jesús no va sólo tras la curación de una limitación física, quiere sanar emocionalmente a las personas. Jesús corresponde al enfermo con gestos de proximidad y ternura. Todo un mensaje para nosotros que vivimos en sociedades indiferentes al sufrimiento ajeno. Necesitamos escuchar esas palabras de Jesús que nos abran, los oídos y el corazón. Pidamos por nuestras comunidades de fe, el lugar donde Dios nos invita a proclamar la fascinante novedad del evangelio. Dejemos que esos mismos gestos de proximidad y ternura, nos transformen en instrumentos del amor de Dios.
“Estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante; y esto significa acompañar” (Papa Francisco).
