Primera lectura: Heb 2,5-12:
Dios lo coronó de gloria y honor
Salmo: 8:
«Diste a tu Hijo el mando sobre las cosas de tus manos»
Evangelio: Mc 1,21-28:
«¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús?»
1ª Semana Ordinario San Félix de Nola (260)
22 La gente se asombraba de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, no como los letrados.
23 En aquella sinagoga había un hombre poseído por un espíritu inmundo,
24 que gritó: ¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Consagrado por Dios.
25 Jesús lo increpó: Calla y sal de él.
26 El espíritu inmundo lo sacudió, dio un fuerte grito y salió de él.
27 Todos se llenaron de estupor y se preguntaban: ¿Qué significa esto? Es una enseñanza nueva, con autoridad. Hasta a los espíritus inmundos les da órdenes y le obedecen.
28 Su fama se divulgó rápidamente por todas partes en toda la región de Galilea.
Jesús era un maestro que provocaba sentimientos encontrados. Entre el asombro y el rechazo, enseñaba con el ejemplo. Esta autoridad no tiene que ver con la imposición, ni con grandilocuencia (discurso perfecto), sino con ternura y cercanía. A diferencia de otros maestros de su tiempo que con rigidez aplicaban la ley y cuidaban de las tradiciones religiosas, sólo se convertían en fiscales que vigilaban la observancia. Las palabras de Jesús son un bálsamo de consuelo para los oprimidos por el mal; Jesús no ignora el poder del mal y el daño que provoca en las personas, por eso lo enfrenta con firmeza. Abre el espacio para la rehabilitación y reintegración de las personas a la comunidad. Nuestras comunidades han de reconocer cómo se puede vivir en la incongruencia entre lo que se cree y lo que se practica, entre lo que se profesa con palabras y la indiferencia que manifiestan nuestros actos. Que la autoridad de nuestras vidas sea la de servir con amor a quien más lo necesite.
“La migración actual es una realidad a la que no podemos cerrar los ojos. Es un escándalo social para la humanidad” (Papa Francisco).