Primera lectura: 1Jn 5,14-21:
Dios nos escucha en lo que le pedimos
Salmo: 149:
El Señor ama a su pueblo
Evangelio: Jn 3,22-30:
El amigo del esposo se alegra con la voz del esposo
Después de Epifanía San Teodosio (529)
23 También Juan bautizaba, en Ainón, cerca de Salín, donde había agua abundante. La gente acudía y se bautizaba.
24 Todavía no habían metido a Juan en la cárcel.
25 Surgió una discusión de los discípulos de Juan con un judío a propósito de las purificaciones.
26 Buscaron a Juan y le dijeron: Maestro, el que estaba contigo en la otra orilla del Jordán, del que diste testimonio, está bautizando, y todo el mundo acude a él.
27 Respondió Juan: No puede un hombre recibir nada si no se lo concede del cielo.
28 Ustedes son testigos de que dije: Yo no soy el Mesías, sino que me han enviado por delante de él.
29 Quien se lleva a la novia es el novio. El amigo del novio que está escuchando se alegra de oír la voz del novio. Por eso mi gozo es perfecto.
30 Él debe crecer y yo disminuir.
Es el ultimo destello del tiempo litúrgico de la navidad y seguimos de la mano de Juan el Bautista. Continúa recordando a quienes lo siguen sobre su papel de mediador e instrumento en el plan de Dios. ¡Cuántas lecciones necesitamos aprender para no buscar reconocimientos, ni ser propiciadores de rivalidades! Juan se reconoce como “amigo del novio” y se alegra de la alianza que Jesús sellará con su entrega por amor. El proyecto del Reino, como obra de liberación, es más grande que cualquier anhelo individual. Toda persona en la comunidad eclesial está llamada a desempeñar un rol importante en la construcción del Reino de Dios. La respuesta de Juan sobre disminuir y crecer, es una petición a no acaparar, ni adueñarnos de este proyecto comunitario. Esta perspectiva nos anima a trabajar en unidad y humildad, reconociendo que la lucha por la justicia es un esfuerzo colectivo y que todo es gracia. Pidamos reconocer las mediaciones de Dios y por la andadura de nuestras comunidades de fe durante el tiempo ordinario.
“La presencia de los migrantes […], representa hoy en día una invitación a recuperar algunas dimensiones esenciales de nuestra existencia cristiana” (Papa Francisco).