

“Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y temblor, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia” (Papa León XIV, Misa Inaugural, 18 de mayo).
Con fe y esperanza, nos unimos en oración con toda la Iglesia y damos gracias a Dios por la elección del nuevo Papa. Creemos que su magisterio —al igual que lo fue el del Papa Francisco— será una fuente importante de palabra y reflexión que inspirará el Diario Bíblico en los años venideros.
La andadura pascual está llegando a su fin, pero aún nos queda ser testigos de la Ascensión de Jesús, que, como un sello, confirma la misión por Él realizada, y de Pentecostés, cuando la Iglesia reconoce la acción vivificante del Espíritu en nuestras vidas y comunidades.
El Tiempo Ordinario se abre paso con celebraciones y fiestas significativas para nuestra vida de fe: María, Madre de la Iglesia; Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote; la Santísima Trinidad; el Cuerpo y la Sangre de Cristo; San Pedro y San Pablo. Todo confluye para recordarnos que el camino de la fe es una experiencia comunitaria, que nos invita —como comunidades peregrinas— a la esperanza.
Seamos testimonio fehaciente de una promesa de amor cumplido, y tendamos la mano a quienes se sienten desorientados en medio de las circunstancias del mundo.