

“Un buen ejercicio cuaresmal es confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide y así ser mejores caminantes hacia la casa del Padre” (Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2025).
Este mes de marzo nos invita a vivir la Cuaresma como una oportunidad para profundizar en nuestra condición de peregrinos, especialmente en este Año Jubilar. Es un tiempo propicio para abrirnos a la misericordia con la certeza de que solo la gracia de Dios puede mantener viva en nosotros la llama del amor y la esperanza.
La Palabra y las devociones propias de este tiempo nos ayudan a reconocer las cuaresmas personales y las del mundo, como parte del camino necesario para nuestro crecimiento humano y espiritual. Estamos llamados a transitar por la senda del amor, la gratuidad, la entrega abnegada y el compartir solidario. Solo siguiendo el ejemplo de Jesús podremos contribuir a la redención del mundo y a su verdadera humanización.
Desde nuestra vocación sinodal, el Papa Francisco nos recuerda: “Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia”. Que María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en este camino cuaresmal.