

«¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?
A mi Señor glorioso, la tumba abandonada,
los ángeles testigos, sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!
Vengan a Galilea, allí el Señor aguarda;
allí verán los suyos la gloria de la Pascua» (Secuencia de Pascua).
El camino cuaresmal que aún recorremos tiene como meta la Pascua, la Resurrección de Jesús. Con la figura de la mujer adúltera se completa el ciclo de domingos cargados de invitación a practicar la misericordia. Dios no solo quiere sanar las heridas y liberar a los oprimidos por el mal, sino que también nunca se cansa de esperar y confiar en nosotros.
Que la Semana Santa de este año nos regale la oportunidad de meditar en la importancia de los gestos y de los encuentros. Ya sea que estemos descansando con nuestras familias o comprometidos en la comunidad parroquial, no dejemos de experimentar el amor y la misericordia.
Dejemos que este mes de abril transcurra con la certeza de que “nada podrá contra la vida”, como reza un verso de Otto René Castillo. Que la Pascua nos regale oportunidades infinitas para descubrir a Dios resurgiendo y revitalizando corazones y realidades.