Editorial Mayo
¡Madre, ayuda nuestra fe! Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada. Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa. (Papa Francisco).
Iniciamos este mes en compañía de San José, Obrero, a quien encomendamos a los hombres y mujeres que con sus trabajos hacen de este mundo un lugar mejor y, también, nos dejamos inspirar por el testimonio de María, a quien la tradición de nuestros pueblos celebra con mayor devoción y gratitud.
Nos acercamos a la recta final de este camino pascual y la invitación no es sólo a madurar en la fe y en el amor, sino a permanecer, perseverar, perdurar. A pesar de que estamos sufriendo y padeciendo por la fragilidad de nuestros vínculos; la exhortación es a no desmayar, reconociendo que a Dios no lo perdemos en ninguna circunstancia porque él nos habita, goza y padece en nosotros. Si esta confianza y certeza crece no habrá viento en contra que nos derrumbe.