Lucas, ciertamente, se preocupó por narrar cuanto sabía «después de haber investigado», acerca de la persona y el ministerio de Jesús; no escribió una biografía, sino un evangelio. Su intención estuvo orientada a dar a conocer la vida y la actividad de Jesús en medio de la realidad religiosa política y social en la cual vivió. Su intención es presentar a Jesús, el Mesías de Dios, como aquel que ha venido a salvar al pueblo.

Es un Evangelio que muestra interés por la persona y el encuentro que ha de tener con Dios. Observamos a muchas personas que transforman su vida a partir de la proximidad y comunión con Jesús. Personas marginales, excluidas por la sociedad religiosa: mujeres, migrantes, enfermos, perdidos, quebrantados, pobres, necesitados, personas en sufrimiento, indefensos, despreciados, y otros, considerados desechos de la sociedad de Israel. Merece una mención especial la relevancia de la mujer. Lucas es considerado el evangelio de María, por los datos que nos proporciona sobre ella. Pero menciona y elogia a otras muchas mujeres, invitadas por Jesús a seguirle y a crecer en la fe. En definitiva, concede a la mujer un puesto relevante en la comunidad cristiana.

Proclama una “Buena Noticia” que enfatiza el cumplimiento de las promesas de Dios a Israel, la liberación de los oprimidos y el derrocamiento de los poderosos. Como consecuencia de este camino será víctima del pecado y del mal personificado en quienes detentaban el poder. Pero todo es posible gracias a la presencia y acción del Espíritu que le acompaña; ese mismo Espíritu es el que continúa fortaleciendo a quienes abrazan su proyecto de liberación. La universalidad será una de las características de la obra lucana, porque la promesa de salvación es para todos los pueblos. El mensaje es para los samaritanos, los temerosos de Dios, los paganos, etc. En el Evangelio, Jesús mismo lo predice: «Vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios» (Lc 13,29).

Como Iglesia nos encontramos en el arduo camino hacia la construcción de un mundo sin fronteras. En esta peregrinación, las migraciones pueden ser la prefiguración del encuentro definitivo de Dios con una humanidad enriquecida por el encuentro de culturas y religiones.

A partir de una lectura comunitaria procuremos rescatar la espiritualidad contenida en los textos, haciéndolos realidad en el aquí y ahora de nuestra cotidianidad. Que la liturgia de la Palabra contenida en el tiempo Ordinario nos capacite para la perseverancia y el testimonio comunitario.