Primera lectura: Éx 32,7-14:
“Arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo”
Salmo: 106:
“Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo”
Evangelio: Jn 5,31-47:
“Hay uno que los acusa: Moisés, en quien ponen ustedes su esperanza”
4ª Semana de Cuaresma Santa Matilde (968)
32 Otro atestigua a mi favor, y yo sé que su testimonio a mi favor es verdadero.
33 Ustedes enviaron una delegación a Juan y él dio testimonio de la verdad.
34 Y, aunque yo no me apoyo en testimonio humano, digo esto para la salvación de ustedes.
35 Él era una lámpara que ardía y alumbraba, y ustedes quisieron disfrutar un rato de su luz.
36 Yo tengo un testimonio más valioso que el de Juan: las obras que mi Padre me encargó hacer y que yo hago atestiguan de mí que el Padre me ha enviado.
37 También el Padre que me envió da testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz, ni han visto su rostro,
38 y su palabra no permanece en ustedes, porque al que él envió no le creen.
39 Estudian la Escritura pensando que encierra vida eterna, porque ella da testimonio de mí; 40 pero ustedes no quieren venir a mí para tener vida.
41 Yo no recibo honores de los hombres;
42 además yo sé que ustedes no poseen el amor de Dios.
43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me reciben; si otro viniera en nombre propio, lo recibirían.
44 ¿Cómo pueden creer, si viven pendientes del honor que se dan unos a otros, en lugar de buscar el honor que sólo viene de Dios?
45 No piensen que seré yo el que los acuse ante el Padre; los acusará Moisés, en quien confían.
46 Porque si creyeran a Moisés, también creerían en mí, ya que él escribió acerca de mí.
47 Y si no creen lo que él escribió, ¿cómo creerán en mis palabras?
Así como muchos de su propio pueblo no creyeron en la novedad del Reino que Jesús vino a anunciar con su vida y su palabra, muchos permanecerán indiferentes o negados hoy si el testimonio de quienes creemos en Jesús no es atrayente y si no trabajamos activamente por los cambios que queremos ver en el mundo para que todos perciban la presencia de Dios. Para ello, a priori es preciso tener en claro que nuestro testimonio no es mérito propio sino fruto de la gracia divina. Seguramente habremos escuchado más de una vez los balances ‘positivos’ de quienes tienen en sus parroquias las agendas pastorales completas. Pero de lo que habla Jesús no es tanto de aquello que nosotros hacemos en su nombre o para Dios, sino de la medida en que dejamos a Dios actuar en nosotros y a través nuestro. Se trata de tener conciencia del protagonismo de la gracia y no adjudicar méritos a nuestras iniciativas. Jesús cuestiona a los judíos porque se han hecho dueños de la casa de Dios sin amor o, mejor dicho, sin el amor que nace de una relación madura y sincera con él.
“Jesu´s propone una pra´ctica de resistencia no violenta a la injusticia. Lo que hay que hacer es vivir unidos a ese Dios cuyo corazo´n no es violento, sino compasivo” (J. Pagola).
