Primera lectura: Gén 2,4b-9.15-17:
Dios puso al hombre en Edén
Salmo: 104:
«Bendice, alma mía, al Señor»
Evangelio: Mc 7,14-23:
Del corazón del hombre salen impurezas
5a Semana Ordinario Jerónimo Emiliani (1513)
15 No hay nada afuera del hombre que, al entrar en él, pueda contaminarlo. Lo que lo hace impuro es lo que sale de él.
16 El que tenga oídos para oír que escuche».
17 Cuando se apartó de la gente y entró en casa, le preguntaban los discípulos el sentido de la comparación.
18 Y él les dijo: «¿Conque también ustedes siguen sin entender? ¿No comprenden que lo que entra en el hombre desde afuera no puede contaminarlo,
19 porque no le entra en el corazón, sino en el vientre y después es expulsado del cuerpo?». Con lo cual declaraba puros todos los alimentos.
20 Y les añadía: «Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre.
21 De dentro, del corazón del hombre salen los malos pensamientos, fornicación, robos, asesinatos,
22 adulterios, codicia, malicia, fraude, desenfreno, envidia, blasfemia, arrogancia, desatino.
23 Todas esas maldades salen de dentro y contaminan al hombre».
Parece que esta sociedad hiperconectada ha incrementado en las personas, especialmente en las más jóvenes, el deseo de proyectar ante los demás una buena imagen, incluso falseando la realidad o preocupándose demasiado por la apariencia. Se dice que tienes que “ser” y también “parecer”, anteponiendo aquello que estás llamado a ser como persona, pero en las redes y en el mundo virtual se antepone el parecer de la imagen, del perfil adecuado o del mejor filtro. Esto va en detrimento de la esencia y de lo que llevamos en el interior. Jesús nos invita a evitar la superficialidad de vida, pues quien no cuida el encuentro consigo mismo y no deja a Dios habitar en él llegará a ser esclavo de sus bajas pasiones. Y de la superficialidad pasamos a la hipocresía, que es uno de las grandes tentaciones de las personas religiosas que solo viven de la apariencia. Cuidemos el corazón y no dejemos que se agote esa reserva de bondad que anida en nuestro interior.
“Todavía es posible optar por el cultivo de la amabilidad. Hay personas que lo hacen y se convierten en estrellas en medio de la oscuridad” (FT 222).