Diario Bíblico en Español

30 de Julio del 2022

Primera lectura: Jer 26,11-16.24: 
El Señor me ha enviado a predicar estas palabras
Salmo: 69:
Escúchame, Señor, el día de tu favor
Evangelio: Mt 14,1-12: 
Herodes mandó decapitar a Juan, y sus discípulos se lo contaron a Jesús

17a Semana Ordinario Ma. De Jesús Venegas, religiosa (1959) Pedro Crisólogo (451)

1 Por aquel tiempo oyó el tetrarca Herodes la fama de Jesús
2 y dijo a sus servidores: «Ése es Juan el Bautista que ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos».
3 Herodes había hecho arrestar a Juan, encadenarlo y meterlo en prisión por instigación de Herodías, esposa de su hermano Felipe.
4 Juan le decía que no le era lícito tenerla.
5 Herodes quería darle muerte, pero le asustaba la gente, que consideraba a Juan como profeta.
6 Llegó el cumpleaños de Herodes y la hija de Herodías bailó en medio de todos. A Herodes le gustó tanto
7 que juró darle lo que pidiera.
8 Ella, inducida por su madre, pidió: «Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
9 El rey se sintió muy mal; pero, por el juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran;
10 y así mandó decapitar a Juan en la prisión.
11 La cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la joven; ella se la entregó a su madre.
12 Vinieron sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; después fueron a contárselo a Jesús.
 
 
Comentario 

Jeremías es acusado de alta traición porque denuncia aquello que las autoridades civiles y religiosas están haciendo mal, aunque su mensaje es fiel al querer de Dios para su pueblo. Son momentos difíciles para Jeremías; sus palabras proféticas desbaratan los sesudos cálculos políticos de unos y la irreligiosidad de otros. Ante la ejecución inminente del profeta un amigo acude a su rescate. Siglos más tarde y bajo circunstancias similares, el profeta Juan no correrá con la misma suerte.

La identidad bautismal del cristiano tiene en sus venas el ADN de los profetas, como lo han demostrado mártires y santos que, apegados a la palabra de Dios, se han opuesto al absolutismo de reyes y gobiernos. Hoy, más que nunca, la palabra profética pasa por el crisol del discernimiento personal y comunitario que nos debe llevar a revisar nuestros procesos evangelizadores y nuestro compromiso concreto con las causas que abraza el Reino de Dios. ¿Cómo disciernes la voluntad de Dios en tus decisiones cotidianas? ¡Ora por una Iglesia profética y comprometida!