Primera lectura: Jer 31,1-7:
Te amé con amor eterno
Salmo: Interleccional Jer 31:
El Señor nos guardará como pastor a su rebaño
Evangelio: Mt 15,21-28:
Mujer, ¡qué grande es tu fe!
18a Semana Ordinario Pedro Julián Eymard, fundador (1868)
22 Una mujer cananea de la zona salió gritando: «Señor, Hijo de David, ¡ten compasión de mí! Mi hija es atormentada por un demonio».
23 Él no respondió una palabra. Se acercaron los discípulos y le suplicaron: «Señor, atiéndela, para que no siga gritando detrás de nosotros».
24 Él contestó: «¡He sido enviado solamente a las ovejas perdidas de la Casa de Israel!».
25 Pero ella se acercó y se postró ante él diciendo: «¡Señor, ayúdame!».
26 Él respondió: «No está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos».
27 Ella replicó: «Es verdad, Señor; pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños».
28 Entonces Jesús le contestó: «Mujer, ¡qué fe tan grande tienes! Que se cumplan tus deseos». Y en aquel momento, su hija quedó sana.
Un día de fiesta anuncia el profeta Jeremías mirando más allá de las ruinas del exilio babilónico. Sus palabras traen un eco simbólico cuando habla de quienes plantan viñas y las cosechan. Implica que ya no persiste el lamentable estado de despojo de quien planta y nunca ve los frutos de su trabajo pues otros, usualmente extranjeros, se los arrebatan; quien vive de la providencia de Dios no se presta para la expoliación de la tierra y del trabajo campesino. Jeremías ve un tiempo de próspera estabilidad.
Así como la viña requiere de mucho cuidado y paciencia hasta verla madurar y producir (de cinco a diez años), así el tiempo que requiere el pueblo para rectificar errores y comenzar a vivir. Aquello que plantas y consumes, ¿proviene de una labor justa, donde el sudor es bien compensado? ¿En nuestro horizonte familiar y social incluimos a personas que no son de nuestro núcleo? Jesús mismo tuvo que ensanchar el corazón más allá de los límites judíos. ¡Sé solidario con quien puedas!