Primera lectura: Nm 21,4-9:
Quedarán sanos al mirar a la serpiente
Salmo: 102:
Señor, escucha mi oración; que mi grito llegue hasta ti
Evangelio: Jn 8,21-30:
Sabrán que «Yo soy»
5a semana de Cuaresma Enrique Susso (1365)
24 Yo les dije que morirían por sus pecados. Si no creen que Yo soy, morirán por sus pecados».
25 Le preguntaron: «¿Tú quién eres?» Jesús les contestó: «Esto es lo que les estoy diciendo desde el principio.
26 Tengo mucho que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió dice la verdad, y lo que escuché de él es lo que digo al mundo.
27 No comprendieron que se refería al Padre».
28 Jesús añadió: «Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, comprenderán que Yo soy y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como mi Padre me enseñó.
29 El que me envió está conmigo y no me deja solo, porque yo hago siempre lo que le agrada».
30 Por estas palabras muchos creyeron en él.
Jesús es consciente de que alcanzar sabiduría en la vida es difícil. Nosotros mismos experimentamos las consecuencias de nuestras malas decisiones y de no saber vivir. Pero lo que más le preocupa o indigna es que muchas personas se excusen en Dios para no hacerse responsables. Aquí es cuando sentencia: «Morirán por sus pecados» o por su inconciencia. No seguir un camino que nos asegura vida plena es sinónimo de terquedad o ceguera. Aferrarnos y depender de estímulos externos, creyendo que esto nos hace felices, es un autoengaño. Y la sociedad actual, con sus ofertas de una vida confortable, sin sufrimiento, amparados en la religión de la prosperidad, lo único que consigue es volvernos personas inmaduras y siempre insatisfechas. La vida de Jesús, como propuesta a seguir, está basada en un camino de madurez, pues a amar se aprende amando y siendo amados, a perdonar, perdonando y siendo perdonados. Sigamos el camino de la oblatividad de quien se sacrifica para dar vida.
“Se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia” (FT 225).