Primera lectura: Hebreos 11,1-2.8-19:
Esperaba la ciudad cuyo arquitecto sería Dios
Salmo: Lc 1,69-75:
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo
Evangelio: Mc 4,35-41:
«¿Aún no tienen fe?»
3a Semana Ordinario Tomás de Aquino (1274)
36 Ellos despidieron a la gente y lo recogieron en la barca tal como estaba; otras barcas lo acompañaban.
37 Se levantó un viento huracanado, las olas rompían contra la barca, que se estaba llenando de agua.
38 Él dormía en la popa sobre un cojín. Lo despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que naufraguemos?»
39 Él se levantó, increpó al viento y ordenó al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento cesó y sobrevino una calma perfecta.
40 Y les dijo: «¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tienen fe?»
41 Llenos de temor se decían: «¿Quién es éste, que hasta el viento y el lago le obedecen?»
La liturgia de este día es una invitación a cultivar la fe. La fe que es “certeza de lo que se espera” se repite para animar a las personas que viven en circunstancias desalentadoras. Hoy son más las familias que viven la marginación y el despojo. Desde estas tempestades es desde donde Jesús nos invita a superar en comunidad aquello que amenaza con hundirnos. A pesar de la violencia y persecución de distintas formas, estamos invitados a construir el Reino cuidando y defendiendo la vida. Se trata de no cansarse de compartir y de luchar, aunque todo parezca empeorar. El desempleo y el hambre aumentan, la violencia sesga vidas inocentes, abusos de poder, condenas injustas; todo está a la orden del día. En circunstancias de este tipo, la enseñanza de la fe como “garantía de lo que no se ve” adquiere un sentido iluminador: nos invita a celebrar los pequeños y sinceros gestos de amor, sabiendo que algún día, con nuestro arduo trabajo comunitario, veremos la sociedad que tanto anhelamos.
“Misericordia, creatividad y esperanza hacen crecer la vida” (CV 173).