Primera lectura: Ap 20,1-4.11–21,2:
Vi la nueva Jerusalén, que descendía del cielo
Salmo: 84:
Ésta es la morada de Dios con los hombres
Evangelio: Lc 21,29-33:
Cuando vean que suceden estas cosas, saben que está cerca el reino de Dios
34a Semana Ordinario Viernes Luis y María Beltrame (1951/1965
30 cuando echan brotes, se dan cuenta de que el verano está cerca.
31 Igual ustedes, cuando vean que sucede eso, sepan que se acerca el reino de Dios.
32 Les aseguro que no pasará esta generación antes de que suceda todo eso.
33 Cielo y tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán».
Como el autor del Apocalipsis, hoy somos invitados a soñar y construir «un cielo nuevo y una nueva tierra». El Apóstol Juan cierra su libro con este nuevo horizonte, consciente de que Dios interviene en la historia de sufrimiento para construir junto a su pueblo una sociedad nueva sin llanto, tristeza ni dolor (Ap 21,1-5). Los sufrimientos de la comunidad cristiana detrás del Apocalipsis son provocados por el abuso de los poderosos, que a través de guerras, esclavitud y opresión económica trajeron hambre, violencia y muerte a muchos pueblos. Enfrentamos hoy una realidad igualmente vergonzosa, 50 millones de personas sufren de hambre y 184 millones viven en pobreza extrema en América Latina; más 1.2 millones de personas se ven obligadas a migrar. Ante situaciones como éstas, emerge la urgencia de hacer realidad la proclama de “cielo y tierra nuevos” de Apocalipsis 21, de una casa común que sea descanso, paz y plenitud para todos los pueblos. ¿Qué podemos hacer como Iglesia para acompañar procesos de desarrollo humano?
Ap 22,1-7: Ya no habrá más noche; el Señor instalará luz sobre ellos