Primera lectura: Heb 10,1-10:
«Aquí estoy, ¡oh Dios!, para hacer tu voluntad»
Salmo: 40:
«Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad»
Evangelio: Mc 3,31-35:
«Ese es mi hermano, hermana y mi madre»
3a Semana Ordinario Francisco de Sales (1622)
32 La gente estaba sentada en torno a él y le dijeron: «Mira, tu madre y tus hermanos y hermanas están fuera y te buscan».
33 Él les respondió: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?».
34 Y mirando a los que estaban sentados en círculo alrededor de él, dijo: «Miren, éstos son mi madre y mis hermanos.
35 Porque el que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».
Jesús usaba imágenes y situaciones de la vida cotidiana para explicar las características del reino de Dios. En una ocasión en que lo encontraron sentado enseñando, aprovechó la visita de su familia para enseñar sobre el Reino. Con una mirada suspicaz y una sonrisa en la boca, en vez de responder ante la noticia, Jesús lanzó una pregunta a quienes lo escuchaban: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?» Sin duda algunas personas lo tomaron por loco al realizar una pregunta en todo sentido descabellada. Pero él, maestro amante de la ironía y la sorpresa, buscaba provocar a sus oyentes. Su respuesta serviría una vez más para afirmar su proyecto como profeta de Dios: mi familia, hermanos, hermanas, y madre, son todas las personas que construyen el Reino de amor, de paz y de justicia. El ministerio de Jesús como medio de construcción del Reino proclamó la liberación y la justicia, acogió y restauró a las personas marginadas, dio dignidad a las oprimidas y denunció la explotación. ¿Nos consideraría Jesús sus hermanos, hermanas y madres?
“Jóvenes ¡Nos hacen falta! cuando lleguen donde nosotros todavía no hemos llegado, tengan paciencia para esperarnos” (CV 299).