Primera lectura: Prov 3,27-34:
El Señor aborrece al perverso
Salmo: 15:
“El justo habitará en tu monte santo, Señor”
Evangelio: Lc 8,16-18:
Una lámpara se enciende para que otros tengan luz
25ª Semana Ordinario San Pío de Pietrelcina (1968)
17 No hay nada encubierto que no se descubra algún día, ni nada escondido que no se divulgue y se manifieste.
18 Presten atención y oigan bien: porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará aun lo que parece tener.
En ocasiones el Evangelio se vale de imágenes que tocan la obviedad.Tal el caso de la lámpara encendida. No sólo se dice que debe iluminar sino que, además, se define la posición estratégica para que otros se orienten con esa luz. Sin embargo, esta obviedad, como muchas otras del Evangelio, no son siempre tan claras, sobre todo si nos referimos a la fe, a los progresos eclesiales o a las mociones del Espíritu. Al interior de la Iglesia, muchos confunden el cuidado con el temor. Queriendo cuidar la doctrina que han recibido, llegan a recelar o cuidar en exceso espacios o saberes, como si el don de Dios fuera exclusivo y para unos pocos elegidos. Estas actitudes pueden ser respetadas, pero seguramente son las que más impiden la difusión de la luz que nos ha sido confiada. Un modo de distinguir y trabajar estas actitudes de apertura o cerrazón es recurrir al discernimiento en comunidad, siempre a la luz del Evangelio y de los signos de los tiempos, descubriendo si estamos siendo fieles o no a la misión encomendada.
“Reivindicar hoy, dentro de la Iglesia y en la sociedad contempora´nea, el aute´ntico Dios de Jesu´s, sin confundirlo con cualquier “dios” elaborado por nosotros desde miedos o ambiciones” (J. Pagola).