Primera lectura: Ap 15,1-4:
Cantaban el cántico del Cordero
Salmo: 98:
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor
Evangelio: Lc 21,12-19:
Todos los odiarán por causa mía
34a Semana Ordinario Miguel Agustín Pro (1927) Clemente I (97)
13 y así tendrán la oportunidad de dar testimonio de mí.
14 Háganse el propósito de no preparar su defensa;
15 yo les daré una elocuencia y una prudencia que ningún adversario podrá resistir ni refutar.
16 Hasta sus padres y hermanos, parientes y amigos los entregarán y algunos de ustedes serán ajusticiados;
17 y todos los odiarán a causa de mi nombre.
18 Sin embargo no se perderá ni un pelo de su cabeza.
19 Gracias a la constancia salvarán sus vidas».
Cuando niño disfrutaba mucho viajar al mar; era feliz sentándome al ver el oleaje y en su inmensidad, el mar y el cielo me hacían pensar en la grandeza de Dios y su creación. Hoy vemos cómo la vida actual, especialmente de las personas más ricas de la sociedad, arriesgan la estabilidad de la naturaleza creada por Dios. Cuando veo el mar y el cielo no dejo de pensar en la necesidad de hacernos co-creadores/as con Dios, asumiendo nuestra responsabilidad en el cuidado de la naturaleza. Hemos de vivir en esperanza, a pesar de que los megaproyectos, enemigos de la creación, nada ni nadie parece detenerlos. Dios viene al mundo a juzgar con justicia, lo que nos recuerda la importancia de juzgar con justicia hoy, especialmente, con justicia climática, esa que no vea la naturaleza como una mercancía sino como un don preciado que debemos cuidar tal como nos lo dio el Creador. Oremos y trabajemos día a día para establecer la justicia climática que celebre en plenitud la creación.