Primera lectura: Hch 20,17-27:
«Cumplo el encargo que me dio el Señor Jesús»
Salmo: 68:
«Reyes de la tierra, canten al Señor»
Evangelio: Jn 17,1-11ª:
«Padre, glorifica a tu Hijo»
7a Semana de Pascua Juan Bautista Rossi (1764)
2 ya que le has dado autoridad sobre todos los hombres para que dé vida eterna a cuantos le has confiado.
3 En esto consiste la vida eterna: en conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesús, el Mesías.
4 Yo te he dado gloria en la tierra cumpliendo la tarea que me encargaste hacer.
5 Ahora tú, Padre, dame gloria junto a ti, la gloria que tenía junto a ti, antes de que hubiera mundo.
6 He manifestado tu nombre a los hombres que separaste del mundo, para confiármelos: eran tuyos y me los confiaste y han cumplido tus palabras.
7 Ahora comprenden que todo lo que me confiaste procede de ti.
8 Las palabras que tú me comunicaste yo se las comuniqué; ellos las recibieron y comprendieron realmente que vine de tu parte, y han creído que tú me enviaste.
9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has confiado, pues son tuyos …».
La responsabilidad de Pablo frente a las comunidades que ha evangelizado y acompañado se manifiesta en la lectura de los Hechos. El apóstol estimula en aquellas comunidades la madurez que las haga protagonistas y continuadoras de la Misión. Del mismo modo la Iglesia, como mediadora, no puede descuidar su compromiso de animar y fortalecer la fe de las comunidades, frente al desánimo y la falta de perseverancia que muchas veces las amenaza. La pandemia ha habilitado a muchos a abandonar la cercanía, la ternura y la comunión solidaria “justificadamente”. Hoy parecen más estimulante los altares digitales… Por eso las palabras de Pablo y la Oración de Jesús por los suyos adquieren enorme actualidad en este presente. Pidamos a Jesús la perseverancia y la fidelidad seguros de que él también ora en nosotros y por nosotros.
“¡Esas madres con sus hijos que son tuyos, Padre nuestro! ¡Esas pobres de la tierra que se mueren dando vida! ¡Ese mundo que las mata! ¡Esa casa inhabitable que fue casa de tu Hijo!” (Pedro Casaldáliga).