Primera lectura: Dt 30,15-20:
«Hoy pongo bendición y maldición»
Salmo: 1:
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Evangelio: Lc 9,22-25:
«Quién pierda su vida por mí la salvará»
Jueves después de Ceniza Policarpo, obispo y mártir (155)
23 Y a todos les decía: «El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame.
24 El que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí la salvará.
25 ¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se malogra él?».
Jesús nos comparte su propia experiencia respecto de la misión encomendada por parte del Padre. La opción por el Reino, que busca cambiar el mundo a la manera de Dios, no es neutral y tiene consecuencias. Se trata de vivir apasionadamente la vida y sus relaciones, como camino de encuentro, diálogo y Salvación. La lógica de la aceptación-rechazo de dicha misión toca las fibras más íntimas de las personas y probablemente sacude aquellas aspiraciones y/o necesidades de aceptación y pertenencia. Parece que la aprobación de quienes nos rodean nos completa o reafirma. Pero el mensaje de Jesús nos pide optar por aquello que cuida y defiende la vida; su propuesta no deja indiferente a nadie. Las palabras y el estilo de vida de Jesús cuestionan profundamente valores, creencias, pensamientos, acciones, vínculos, proyectos. Vivir a contracorriente del sistema-mundo en que vivimos no es tarea fácil. ¿Qué necesitas para sumarte a aquellas causas que defienden la vida? ¡Acepta la invitación de cargar y encargarte de la realidad como lo hizo Jesús!
“El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la “padece” y busca la promoción del hermano” (FT 115).