Primera lectura: Is 49,8-15:
Te he constituido alianza.
Salmo: 145:
El Señor es clemente y misericordioso
Evangelio: Jn 5,17-30:
También el Hijo da vida
4a semana de Cuaresma Lea (384)
18 Por eso los judíos tenían aún más deseos de matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que además llamaba Padre a Dios, igualándose a Él.
19 Jesús tomó la palabra y les dijo: «Les aseguro: El Hijo no hace nada por su cuenta si no se lo ve hacer al Padre. Lo que aquél hace lo hace igualmente el Hijo.
20 Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace; y le mostrará obras más grandes aún para que ustedes queden maravillados.
21 Como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, del mismo modo el Hijo da vida a los que él quiere.
22 El Padre no juzga a nadie sino que encomienda al Hijo la tarea de juzgar,
23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. Quien no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió.
24 Les aseguro que quien oye mi palabra y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna y no es sometido a juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida…».
Llamar a Dios “Padre” era un verdadero atrevimiento para el pueblo judío; en cambio Dios fue, en la experiencia de Jesús, un “Padre” de verdad, amoroso y cercano, no sólo en sentido metafórico sino real. La paternidad experimentada lo condujo a vivir un amor entrañable, sin juzgar a nadie; a trabajar por la consolación y la dignificación de toda vida. Lo de Jesús no es un simple ejercicio piadoso de contemplación silenciosa del misterio de Dios, a quien se debía obedecer y temer, sino la encarnación de un compromiso público y político de un Dios amigo de los empobrecidos y de las causas justas. Seamos continuadores de la misión de un Dios que sirve, dignifica, da sentido, compromete, humaniza. ¿En que acciones o con quiénes sientes estar cumpliendo la voluntad de Dios en tu propia vida?
“La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte” (FT 55).