Primera lectura: Eclo 1,1-10:
Antes que todo fue creada la sabiduría
Salmo: 93:
El Señor reina vestido de majestad
Evangelio: Mc 9,14-29:
«Tengo fe, pero dudo; ayúdame»
7º Ordinario Gaspar de Búfalo (1836)
15 En cuanto la gente lo vio, quedaron sorprendidos y corrieron a saludarlo.
16 Él les preguntó: «¿De qué están discutiendo?».
17 Uno de la gente le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo, poseído por un espíritu que lo deja mudo…
19 Él les contestó: «¡Qué generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo».
20 Se lo llevaron; y, en cuanto el espíritu lo vio, sacudió con violencia al muchacho, que cayó a tierra y se revolcaba echando espuma por la boca…
24 Inmediatamente el padre del muchacho exclamó: «Creo; pero socorre mi falta de fe».
25 Viendo Jesús que la gente se agolpaba sobre ellos, reprendió al espíritu inmundo: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas a entrar en él»...
¿Quién no ha tenido dudas de fe en algún momento? A veces nos da la impresión de que Dios no escucha nuestras plegarias cuando estamos atrapados por el sufrimiento, o que falta a la promesa de que “estaría siempre con nosotros”. Entonces, ¿cómo comprender a Jesús que nos dice que todo es posible para quien cree? ¿De qué tipo de fe estamos hablando? Recordemos poner en contexto lo que pareciera ser un caso de epilepsia y no la posesión de un espíritu malo. Y vuelve Jesús a poner el acento, no en la gravedad de la enfermedad, ni en el milagro como receta fácil para salir de algún mal, sino en la fe de las personas. La fe trasciende lo tangible y la razón; es la certeza que tenemos del acompañamiento providente de Dios en nuestras vidas, en las buenas y en las malas, así como acompañó a Jesús en su misión y en la cruz. Se alegra y sufre con nosotros y nosotras. ¿Qué tan grande es tu fe?
“Se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia” (FT 225).