Primera lectura: Is 7,10-14:
Miren: la virgen está encinta
Salmo: 24:
Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria
Evangelio: Lc 1,26-38:
Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo
Feria privilegiada de Navidad Domingo de Silos (1073)
27 a una virgen prometida a un hombre llamado José, de la familia de David; la virgen se llamaba María.
28 Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
29 Al oírlo, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué clase de saludo era aquél.
30 El ángel le dijo: «No temas, María, que gozas del favor de Dios.
31 Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús.
32 Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
33 para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reino no tenga fin».
34 María respondió al ángel: «¿Cómo sucederá eso si no convivo con un hombre?».
35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios.
36 Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses.
37 Pues nada es imposible para Dios».
38 Respondió María: «Yo soy la servidora del Señor: que se cumpla en mí tu palabra». El ángel la dejó y se fue.
Este evangelio retrata uno de los encuentros más bellos y fecundos del Nuevo Testamento. Reconocemos como acontecimiento central de nuestra fe cristiana el misterio de la encarnación de Dios en nuestra historia humana. El texto bíblico tiene un profundo sentido teológico; nos encontramos delante del cumplimiento de las promesas hechas por Dios a su pueblo. Las palabras del ángel a María son el anuncio gozoso de la Salvación por la llegada del Mesías y el testimonio de la amorosa predilección de Dios por su pueblo humilde y sencillo. María orienta su corazón al querer de Dios y se adhiere plenamente a su proyecto la Salvación: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». De esta manera el sí de María abre las puertas a una Salvación que llega en los corazones que se liberan del egoísmo. María es una mujer empobrecida y marginada pero, sobre todo, valiente y decidida. En ella descubrimos que decir sí a Dios y al amor, es ganancia.