Diario Bíblico en Español

2 de Junio del 2023

Primera lectura: Eclo 44,1.9-12: 
La fama de nuestros antepasados vive por generaciones
Salmo: 149:
El Señor ama a su pueblo
Evangelio: Mc 11,11-26: 
«Mi casa será casa de oración para todas las naciones»

8a Semana Ordinario Marcelino y Pedro, mártires (304)

11 Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén y se dirigió al templo. Después de inspeccionarlo todo, como era tarde, volvió con los Doce a Betania.
12 Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre.
13 Al ver de lejos una higuera frondosa, se acercó para ver si encontraba algo; pero no encontró más que hojas, pues no era la estación de higos.
14 Entonces le dijo: «Nunca, jamás, nadie coma frutos tuyos». Los discípulos lo estaban oyendo.
15 Llegaron a Jerusalén y, entrando en el templo, se puso a echar a los que vendían y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas,
16 y no dejaba a nadie transportar objetos por el templo.
17 Y les explicó: «Está escrito: Mi casa será casa de oración para todas las naciones, mientras que ustedes la han convertido en cueva de asaltantes».
18 Lo oyeron los sumos sacerdotes y los letrados y buscaban la forma de acabar con él; pero le tenían miedo, porque toda la gente admiraba su enseñanza.
19 Cuando anocheció, salió de la ciudad…
 
Comentario 

 

Jesús rompe en enojo al llegar al templo. Lo que allí sucede – la compraventa de animales para los sacrificios y la coacción al pago de tributos excesivos que empobrecen más a los fieles– lejos de ayudarlos a encontrarse con Dios, los aleja por completo. Los administradores del templo habían perdido el sentido, movidos por la codicia, que los empujaba a impunes actos de corrupción. El amor a Dios y a sus hermanas y hermanos no tenía lugar en esa Casa… Esta escena nos retrotrae a muchas de nuestras realidades cotidianas. La indignación de Jesús alcanza a nuestras iglesias, a nuestros hogares, a nuestro cuerpo –templo del Espíritu– y a la Tierra toda vez que profanamos su valor sagrado. Jesús reivindica la naturaleza sagrada del templo y de todos sus templos… Y nos advierte que la higuera que no da fruto será cortada. Pero, como siempre, el amor es su última palabra: también nos enseña que, si convertimos el corazón a él y oramos con verdadera fe podremos mover hasta las montañas.

“La Palabra de Dios exhorta a cada creyente para que busque la paz junto con todos, porque el fruto de la justicia se siembra en la paz” (GE 88).