Primera lectura: 1Sm 17,32-33.37.40-51:
Venció David al filisteo
Salmo: 144:
«Bendito el Señor, mi Roca»
Evangelio: Mc 3,1-6:
¿Qué está permitido en sábado?
2a Semana Ordinario Macario de Alejandría (408)
2 Los fariseos lo vigilaban para ver si lo curaba en sábado, con intención de acusarlo.
3 Dijo Jesús al hombre de la mano atrofiada: «Ponte en medio».
4 Y les preguntó a ellos: «¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer el bien o el mal? ¿Salvar la vida o dar muerte?». Ellos callaban.
5 Entonces Jesús los miró indignado, aunque dolorido por la dureza de sus corazones y dijo al hombre: «Extiende la mano». El hombre la extendió y la mano quedó curada.
6 Los fariseos salieron inmediatamente y deliberaron con los herodianos cómo acabar con él.
Un hombre con la mano atrofiada era mal visto en aquella sociedad; se pensaba que era “castigo divino” y, por tanto, rechazado religiosa y socialmente. Quizá este tipo de exclusión era de lo más indignante para Jesús porque desfiguraba el rostro hermoso y profundamente humano de Dios. En un gesto de ira, indignación y desafío pone en evidencia lo poco interesada que está la religión en disponer los corazones para servir a los marginados, especialmente a quienes más vulnerada y amenazada tienen la vida.
Con ello, está desnudando el mayor pecado de los “líderes” de aquella época: la incapacidad en la que puede incurrir la persona religiosa reduciendo su vida al cumplimiento de normas y ritos. La propuesta del Reino nos pide encargarnos de las personas despreciadas, oprimidas y olvidadas. ¿Cómo podrías hacer vida esta propuesta de Jesús? Hagamos nuestras las palabras de David: «Este servidor tuyo irá a luchar»; luchemos contra todo aquello que margina, excluye y descuida la vida en todas sus formas.