Primera lectura: 2Re 11,1-4.9-18.20:
Ungió a Joás, y todos aclamaron: ¡Viva el rey!
Salmo: 132:
El Señor ha elegido a Sión; ha deseado vivir con ella
Evangelio: Mt 6,19-23:
Donde está tu tesoro, allí está tu corazón
11a Semana Ordinario Gregorio Barbarigo (1687) Avito (530)
20 Acumulen tesoros en el cielo, donde no roe la polilla ni destruye la herrumbre, donde los ladrones no abren brechas ni roban.
21 Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.
22 La lámpara del cuerpo es el ojo: por tanto, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz;
23 pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Y si tu fuente de luz está a oscuras, ¡cuánta oscuridad habrá!».
El evangelio de hoy y de mañana nos invita a fijar nuestra mirada en cuatro advertencias sobre los bienes materiales: no acumular, usar correctamente los bienes materiales, no servir a dos señores y fiarse de la Providencia Divina. No acumular nos alerta de la tendencia a comprar y acumular sin medida, volviéndonos esclavos del consumismo y personas instatisfechas. Admitamos que poseer bienes materiales no es malo, sobre todo si son fruto del trabajo, ya que nos permiten un sano intercambio para salir adelante y construir futuro individual y comunitario.
El problema surge cuando los bienes que poseo se convierten en el absoluto, en un “dios” al que idolatramos. Cuando Jesús nos exhorta a acumular «tesoros en el cielo», se refiere a poner el corazón en lo verdaderamente importante. Nos remite a todas aquellas cosas que contribuyen a nuestro bienestar, al de las personas y del planeta. ¿Son acaso los bienes que posees fuente de felicidad? ¿Qué puedo hacer para convertirme en un consumidor responsable y solidario? ¡Simplifiquemos nuestra vida!