Primera lectura: Hechos 14,21b-27:
Contaron lo que Dios había hecho
Salmo: 145:
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi Rey
Segunda lectura: Apocalipsis 21,1-5a:
Dios enjugará sus lágrimas
Evangelio: Juan 13,31-33a.34-35:
Ámense unos a otros
5o de Pascua Isidro Labrador (1130)
32 Si Dios ha sido glorificado por él, también Dios lo glorificará por sí, y lo hará pronto.
33 Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes.
34 Les doy un mandamiento nuevo, que se amen unos a otros como yo los he amado: ámense así unos a otros.
35 En eso conocerán todos que son mis discípulos, en el amor que se tengan unos a otros».
Muchas razones llevan a los seres humanos a la equivocada creencia de que podemos vivir sin pensar en los otros. Sin embargo, lo central para que pueda existir la vida es el amor. Juan insiste en que «se amen unos a otros», es la experiencia fundamental que permite revelar la presencia de Dios en medio de su pueblo. Este «amor» es lo que permite a los discípulos reconocerse en camino; por lo tanto, es lo que también les da identidad.
Una identidad basada en la comúnunidad y no en la individualidad. Por eso, se trata de un mandamiento nuevo que viene a romper prácticas antiguas centradas en el egoísmo, la hipocresía y la ambición. El amor no surge de la comunidad, sino que es todo lo contrario, la comunidad sólo puede existir si hay amor. Y esto nos dice que sin amor no hay convivencia sincera. La convivencia hipócrita sólo lleva a la destrucción y a desear la muerte de quien considero oponente. ¿Podrías amar a quién no te ama?