Primera lectura: 1Sm 9,1-4.17-19; 10,1:
Saúl regirá a su pueblo
Salmo: 21:
«Señor, el rey se alegra por tu fuerza»
Evangelio: Mc 2,13-17:
«He venido a llamar a los pecadores»
1a Semana Ordinario Pablo (342)
14 Al pasar vio a Leví de Alfeo, sentado junto al banco de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.
15 Mientras estaba comiendo en su casa, muchos recaudadores y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Porque muchos eran seguidores suyos.
16 Los letrados del partido fariseo, viéndolo comer con pecadores y recaudadores, dijeron a los discípulos: «¿Por qué come con recaudadores y pecadores?».
17 Lo oyó Jesús y respondió: «Del médico no tienen necesidad los sanos sino los enfermos. No vine a llamar a justos sino a pecadores».
Jesús sale al encuentro de toda persona, principalmente de quienes la sociedad rechaza. Con ellas y desde ellas está dispuesto a construir el Reino. Pero, antes, es importante que quienes queramos seguirlo depongamos todo aquello que no nos dejará crecer en el seguimiento de Jesús. En algo somos frágiles, en algo hemos de crecer; una parte de nosotros debe cambiar para que el mundo cambie. Jesús llama a personas pecadoras para que aprendan a vivir con dignidad. Como a Saúl, el aceite de nuestro bautismo nos recordó que la vida se regenera cuando se la cura.
La invitación es a construir relaciones dignificantes, en las familias, comunidades, sociedades que reconozcan su humanidad, en donde la política, la economía, la religión están al servicio de la vida. Eres persona ungida no por mérito sino por puro amor incondicional por parte de Dios; sólo espera la correspondencia a ese amor providente. Que nuestra acción pastoral sea para alegrar y transformar. ¿Dónde crees que Dios te está necesitando para iluminar y liberar? ¡Escúchalo y síguelo!