Primera lectura: Is 54,1-10:
Te vuelve a llamar el Señor como a una mujer abandonada
Salmo: 30:
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
Evangelio: Lc 7,24-30:
Juan es el mensajero que prepara el camino al Señor
3a Semana de Adviento María de la Rosa, fundadora (1855)
25 ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre elegantemente vestido? Miren, los que visten con elegancia y disfrutan de comodidades habitan en palacios reales.
26 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Les digo que sí, y más que profeta.
27 A éste se refiere lo que está escrito: Mira, yo envío por delante a mi mensajero para que te prepare el camino.
28 Les digo que entre los nacidos de mujer ninguno es mayor que Juan. Y, sin embargo, el último en el reino de Dios es mayor que él».
29 Todo el pueblo que escuchó y hasta los recaudadores de impuestos, dieron la razón a Dios aceptando el bautismo de Juan;
30 en cambio, los fariseos y los doctores de la ley rechazaron lo que Dios quería de ellos, al no dejarse bautizar por él.
Cuando los enviados de Juan se van, Jesús comienza a hablar sobre el Bautista a la multitud. Por medio de preguntas, busca que tomen conciencia de la importancia de la misión del profeta. Con esa pedagogía propia de Jesús intenta llevarlos al reconocimiento del camino que Juan fue preparando para hacer presente el Reino de Dios. Juan, como auténtico profeta, ha sabido comprender dónde encontrar a Dios: no en los centros de poder sino en las periferias del desierto. Un Dios y un proyecto a favor de la vida alejado de toda presunción, manipulación y falsa apariencia. Esta interpretación de un profeta que ha entregado sin reservas su vida a la causa de Dios puede ayudarnos a comprender el nivel más profundo al que debemos conducir nuestro compromiso cristiano. El elogio de Jesús a Juan se convierte en una fuerte interpelación para quienes se consideran justos y no sienten la necesidad de conversión verdadera. ¿Cómo vivir el profetismo en mi vida cristiana? ¿Cómo abrir camino al Reino de Dios?