Primera lectura: 1Sm 4,1-11:
El Arca de Dios fue capturada
Salmo: 44
«Redímenos, Señor, por tu misericordia»
Evangelio: Mc 1,40-45:
«Lo quiero; queda sano»
1a Semana Ordinaria Hilario (307)
41 Él se compadeció, extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Lo quiero; queda sano».
42 Al instante se le pasó la lepra y quedó sano.
43 Después lo despidió advirtiéndole enérgicamente:
44 «Cuidado con decírselo a nadie. Ve a presentarte al sacerdote y, para que le conste, lleva la ofrenda de tu curación establecida por Moisés».
45 Pero él salió y se puso a proclamar y divulgar el hecho, de modo que Jesús no podía presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares despoblados. Y de todas partes acudían a él.
«Si quieres, puedes sanarme». Esta frase ha inspirado muchos escritos a lo largo de la historia, pero la respuesta de Jesús ha dado vida a muchas hermosas historias: «¡Quiero!, queda sano». Frente a la muerte, incluso explícita, como en la narración de I Samuel, la presencia de Jesús siempre da vida.
En un momento histórico en el que la humanidad sigue viviendo un consumismo feroz en el que una parte de la población mundial devora la posibilidad de vida del resto poniendo en peligro incluso hasta la estabilidad y la soberanía alimentaria, la presencia de Jesús es absolutamente urgente.
Un Jesús que invita a sanar a las personas, las familias, las comunidades, la política y la sociedad, para que detengamos la muerte del ser humano por el propio ser humano. Quizá el miedo nos detiene, pero quienes en Jesús creemos y vivimos siempre encontramos cómo reproducir ese «queda sano». ¿Será que nuestra acción pastoral va hacia quienes más nos necesitan o hay que ajustar algo?