Primera lectura: Miq 7,14-15.18-20:
Arrojará al mar nuestros delitos
Salmo: 103:
El Señor es compasivo y misericordioso
Evangelio: Lc 15,1-3.11-32:
Tu hermano ha revivido
2a semana de Cuaresma Eulogio de Córdoba (859)
12 El menor dijo al padre: “Padre, dame la parte de la fortuna que me corresponde”…
14 Cuando gastó todo, sobrevino una carestía grave en aquel país, y empezó a pasar necesidad…
20 Y se puso en camino a casa de su padre. Estaba aún distante cuando su padre lo divisó y se enterneció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó.
21 El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra Dios y te he ofendido, ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
22 Pero el padre dijo a sus sirvientes: …Celebremos un banquete.
24 Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado”. Y empezaron la fiesta.
25 El hijo mayor estaba en el campo. Cuando se acercaba a casa, oyó música y danzas…
28 Irritado, se negaba a entrar. Su padre salió a rogarle que entrara.
29 Pero él le respondió: “Mira, tantos años llevo sirviéndote sin desobedecer una orden tuya, y nunca me has dado un cabrito para comérmelo con mis amigos…
31L e contestó: “Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo…
Ambos hijos en la parábola se mueven en el terreno de la libertad. Sus proyectos de vida parecen muy diferentes, con experiencias que los terminan separando. En la búsqueda de nuevos horizontes, el hijo menor incurriré en grandes excesos y llega a experimentar el fracaso y el arrepentimiento. El mayor, elige la permanencia y la estabilidad.Está orgulloso de haber sido obediente a los mandatos de su Padre. Se siente merecedor de reconocimiento. Su posición lo vuelve incompresivo e inclemente con el el hermano menor. El Padre, con actitudes más bien maternas, no se cansa de amar respetando la libertad de sus dos hijos. El amor que gesta la vida es capaz de esperar, abrazar, sostener, celebrar. Quien ama de verdad reconoce que toda vida es valiosa, única, y necesita ser acompañada con ternura. Pide en tu oración por aquellas personas a quienes te cuesta tolerar y perdonar.
“Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad” (FT 272).