Diario Bíblico en Español

10 de Enero del 2023

Primera lectura: Heb 2,5-12:
Dios lo coronó de gloria y honor
Salmo: 8: 
Diste a tu Hijo el mando sobre las cosas de tus manos
Evangelio: Mc 1,21-28: 
«¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús?»

1a Semana Ordinario Ana de los Ángeles Monteagudo (1686)

21 Llegaron a Cafarnaún y el sábado siguiente entró Jesús en la sinagoga a enseñar.
22 La gente se asombraba de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, no como los letrados.
23 En aquella sinagoga había un hombre poseído por un espíritu inmundo,
24 que gritó: «¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Consagrado por Dios».
25 Jesús lo increpó: «Calla y sal de él».
26 El espíritu inmundo lo sacudió, dio un fuerte grito y salió de él.
27 Todos se llenaron de estupor y se preguntaban: «¿Qué significa esto? Es una enseñanza nueva, con autoridad. Hasta a los espíritus inmundos les da órdenes y le obedecen».
28 Su fama se divulgó rápidamente por todas partes en toda la región de Galilea.
 
Comentario 

 

En nuestra sociedad en la que levantamos barreras y muros y ponemos distancias de los demás, una sociedad de relaciones digitalizadas y despersonalizadas, somos tentados/as a la apatía y el aislamiento, al olvido de la solidaridad y del cuidado mutuo. Bajo tal realidad, ¿qué tenemos que ver con quienes nos rodean? El evangelio de Marcos responde la pregunta con un Jesús comprometido y atento a su prójimo. Jesús entra en la sinagoga de Cafarnaúm y escucha una voz que pregunta: «¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret?» Inmediatamente, Jesús libera al hombre del espíritu inmundo, restituyéndole su libertad y su consciencia y devolviéndolo a su familia y comunidad. Jesús responde con compromiso solidario y rechaza la tentación de ignorar las palabras del hombre poseído. El acto de Jesús modela la actitud que se espera de la persona creyente: el cristiano no puede cerrar ojos, oídos, ni manos ante su prójimo necesitado. Crear comunidad y reino de Dios en una sociedad que nos aísla, separa y deshumaniza es el gesto-respuesta que expresa nuestra responsabilidad con quienes sufren a nuestro alrededor.

“A los jóvenes excesivamente preocupados de sí mismos podemos enseñarles… que el amor no se demuestra sólo con palabras, sino también con obras” (CV 197).