Diario Bíblico en Español

1 de Enero del 2023

Primera lectura: Números 6,22-27: 
«Invocarán mi nombre sobre los israelitas y los bendeciré»
Salmo: 67: 
«El Señor tenga piedad y nos bendiga»
Segunda lecturla: Gálatas 4,4-7:
Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer
Evangelio: Lucas 2,16-21: 
Le pusieron por nombre Jesús

Santa María, Madre de Dios Jornada Mundial de la Paz

16 Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre.
17 Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño.
18 Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores.
19 Pero María conservaba y meditaba todo en su corazón.
20 Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto; tal como se lo habían anunciado.
21 Al octavo día, al tiempo de circuncidarlo, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido.
 
Comentario 

Al iniciar el año, es común que todos los buenos deseos se conviertan en bendiciones para los demás. La primera lectura es una bendición que pide seis cosas: ‘el Señor te bendiga’ (te conceda vida), ‘te proteja’ (te cuide y te guarde de todo mal), ‘ilumine su rostro’ (que se revele para la liberación de su pueblo), ‘te conceda su favor’ (los dones y gracias que necesitas), ‘te muestre su rostro’ (se fije en ti con misericordia) y ‘te conceda la paz’ (para vivir en armonía con todo lo creado). Todo esto lo ha concedido Dios en sus constantes intervenciones a lo largo de la historia y de modo especial en Jesús de Nazaret. Él nos enseñó cómo alcanzar la vida plena –protegió a los últimos; les procuró liberación y dignificación–; como ofrecer y hacer multiplicar el don del amor que todo lo transforma –una mirada compasiva y sanadora de las herida y sufrimientos– e instauró la justicia y equidad del Reino. Jesús es la mayor bendición de Dios para el mundo.

En la lectura a los Gálatas encontramos la única referencia que hace Pablo a María. En ella se subraya su maternidad; ella –una mujer judía del siglo I elegida entre tantas para ser la Madre del Mesías anunciado– es madre de todo lo que es Cristo. En ella están contenidos y son abrazados todos los excluidos: las personas que no cuentan, las empobrecidas, las esclavizadas, las oprimidas, las abandonadas. Su maternidad es universal, como universal es el amor de Dios y la misión de la Iglesia por la acción del Espíritu Santo.

El evangelio de Lucas describe el asombro de los pastores, que representan ese mundo marginal a quienes va dirigida la Buena Noticia. En este tiempo de Navidad, la Iglesia está invitada a recordar de quiénes es deudora y a quiénes debe privilegiar en su anuncio. Es triste ver muchas de nuestras estructuras eclesiales con poco o casi nulo compromiso social. Se vive del mantenimiento de las tradiciones y los ritos, pero no procurando transformar realidades injustas y fundar vínculos más humanos.

Las bendiciones que nos deseamos son una forma de esa presencia que acompaña y se solidariza, como lo hicieron los pastores con la familia de Nazaret. Cuando evocamos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, cuando le oramos y nos echamos a sus brazos protectores como verdaderos niños debemos también recordar que ella se comprometió con un proyecto liberador transformador. Junto a ella y con esperanza, continuamos animando procesos que dignifican y gestan nuevas maneras de relacionarnos entre las personas y con toda la Creación.

“La memoria del pueblo fiel, como la de María, debe quedar rebosante de las maravillas de Dios” (EG 142).